Tortuoso silencio

Sigo sin saber si debo contener la respiración o dejar escapar este suspiro que vino por nada y por mucho.

Aún no conozco la forma de interpretar sus ojos grandes que intentan descifrar mis perversas intenciones y que ven con lentitud el detalle de mi siguiente sonrisa que anhela engancharle con exquisitos coqueteos.

Sigo sin confiarle al tiempo la existencia de este momento reproducido en mil escenas, el más efímero de los romances y el inmortal para mi memoria.

Vuelvo la mirada a su entrecejo que se frunce y que acompañado de la picardía de su sonrisa, me invitan a consentir su espalda en un próximo beso; mientras tanto, las estrellas dan prisa a su paso para dejarnos atesorar las siguientes dos palabras que provocan al sol enredarnos en un par de rayos y sellar con el calor sus labios junto a los míos, recordándonos una vez más nuestro futuro tortuoso silencio.

Así como consiente el agua a los pétalos de las rosas, así consintió él la pureza del instinto que le desea para todo y para nada. Así como el agua marchita y golpea con rudeza el pétalo de las rosas, así golpea la ilusión este tortuoso silencio.

Prometo caminar sigilosa en su próximo recuerdo, para todo y para nada.